2 jun 2010

Shanghai

Viajamos a Shanghai con una excusa cualquiera. Vamos a conocer la mayor ciudad de China con una población de alrededor de 10 millones de personas (algo menos de la cuarta parte de las que vivimos en un país como España) reunidas en apenas 750 km2, con una densidad de población de casi 13.000 habitantes por Km2. En el siglo XX, China ha experimentado un crecimiento económico y demográfico brutal, que le ha llevado a aportar una sexta parte de la población a nuestro superpoblado planeta. Cada ciudad China aporta al país una inusitada cantidad de mano de obra barata para levantar ciudades, cambiar paisajes, cultivar increíbles cantidades de terreno y manejar la naturaleza a su antojo trabajando a destajo.

10 Apuntes.
1- La soledad – es complicado sentirse sólo en Shanghai, algo que no resulta del todo difícil de creer dado el número de habitantes por km2. Es una ardua tarea encontrar un lugar vacío en toda la ciudad. Y esa constante aglomeración de gente lleva a un soprendente contacto físico. No se rehuye el contacto, al contrario, se provoca. Te sujetan, te atrapan por los codos para llamar tu atención, se pegan a ti. Bajo la “dirección” de Mao se nacionaliza la propiedad privada, en el siglo XXI en Shanghai se colectiviza el espacio privado.
2- Internet – en el hotel no disponemos de conexión a Internet con acceso público, puedes navegar a través de tu portátil, en tu habitación. No encontramos locutorios públicos y, por tanto anónimos. Controlar la red, un medio de información libre, sigue siendo uno de los objetivos. La desinformación como medio de ocultar ideas distintas. Abortar cualquier posibilidad de contraopinión.
3- Ruidos - ¿puede ser silenciosa una ciudad con 10 millones de habitantes?. Todo es ruido. La gente grita, los ciclistas pulsan sus timbres, los conductores tocan el claxon con frenesi, los motores de los vehículos atronan sin cesar, las máquinas trabajan más de 12 horas al día. Ni siquiera de noche llega el silencio. La ciudad no duerme, y con ella permanecen despiertas las motos, y nosotros.
4- Historia – Shanghai es una ciudad que ha perdido su historia. Fuimos buscando a la Dama, el Embrujo, la ciudad de Orson Welles, y en su lugar nos encontramos un pastiche salido de una tienda de todo a cien. Los guardias rojos destruyeron todo lo que olía a viejo imperio, a occidente, o a capitalismo, y con ello acabaron con la esencia de esta ciudad. El barrio antiguo lo componen tres calles repletas de tiendas, con una casa de té y un parque. Nada que tenga que ver con la época anterior a la 2ª guerra mundial cuando la ciudad era un foco de atracción, donde el sexo, la libertad y la mezcla de culturas llenaban las calles.
5- Turismo – ¿que se puede ver en Shanghai?, la mayor atracción es el Bund, el puerto comercial donde se levantan rascacielos de casi 500 metros de altura. ¿Un país comunista con un centro de negocios?. Cómo encajan los ideales maoístas, con la exclusión social, la pobreza conviviendo con uno de los mayores centros financieros del mundo? Es la evolución de la separación de poderes, con la aparición de un cuarto poder: el económico. La sociedad camina por un lado y el dinero por otro.
6- Economía – o cómo ser capitalista en un país comunista. Es difícil saber quién controla el mercado de las falsificaciones pero, en seguida, puedes comprender que es un mercado que alimenta muchas bocas en Shanghai. Que aquí se fabrican y se tejen los productos de muchas de las marcas mas conocidas es algo sabido, y cómo nos relató Saviano en Gomorra, parte de lo que aquí se produce, aquí se queda, para venderlo en el mercado negro. Son incontables las veces que te ofrecen por la calle Rolex, Louis vutton, Loewe…
7- Arroz y fideos – en el gallo de hierro de Theroux se dice “los chinos tenemos un dicho que reza: comemos de todo menos aviones y trenes”. Ese de todo incluye árboles, hojas, hierbas, animales, algas y flores. Y dentro de los animales puedes elegir cualquiera que ya lo habrán probado. Sin embargo lo que no puedes evitar comer por mucho que lo intentes son los fideos y el arroz, están incluidos en casi todos los platos.
8- Esputos – o como evitar salivazos mientras caminas. Una costumbre ancestral que en la mayoría de los casos se acompaña de un pequeño rugido que lo convierte en algo todavía más desagradable. Volví con la curiosidad de saber como se comportan cuando van de visita a casa. Mejor no saber que hacen con aquello.
9- Contaminación – el volumen de contaminación de la ciudad es angustioso. Los colores grises y marrones dominan la ciudad. Nada es ajeno al polvo, el barro, el humo de los vehículos. Los rayos del sol no son capaces de atravesar la nube de contaminación que sobrevuela la ciudad.
10- El olor – una ciudad en la que gran parte de la vida se hace en la calle no puede evitar estar repleta de olores. Pero no todos son agradables. Predomina el humo, mezclado con las cocinas de los numerosos restaurantes, los fritos, la pasta y los arroces, la basura de las calles.

La ciudad tiene dos caras: el día y la noche. La oscuridad oculta la contaminación, cambia los grises y marrones por los colores de los neones, esconde la fealdad de los bloques de pisos tras las luces de los rascacielos, los coches dejan algo de espacio a los peatones y las bicis.
Y dentro de esas dos caras conviven la ciudad rica y la ciudad pobre, los rascacielos con los bloques de pisos, las tiendas de moda con los vendedores ambulantes de falsificaciones…